"La verdad no se lee, no se escucha, se vive."
Hoy, mientras el sol se oculta detrás de las montañas, recuerdo las palabras del maestro meditador en el tercer día del retiro de meditación o mindfulness. Nos habló de algo que resuena en lo más profundo del alma: la sabiduría no es un concepto, es una experiencia. Y como todo viaje, comienza con un primer paso, un susurro en el silencio de nuestra propia respiración.
Los Cimientos: Ética y moral, Concentración y Sabiduría
La vida, como un trípode, necesita equilibrio. El maestro nos recordó que sin la ética y los preceptos no hay base sólida. Sin la concentración no hay claridad. Y sin la sabiduría no hay libertad. Estos tres pilares se sostienen mutuamente, como las raíces de un árbol que se entrelazan bajo la tierra.
Pero cuidado: no basta con leer sobre ellos, ni siquiera con creer en ellos. La sabiduría intelectual es como mirar el menú de un restaurante y salir con el estómago vacío. La verdadera liberación llega cuando probamos el plato, cuando la experiencia se convierte en parte de nosotros.
El Engaño de lo Permanente
El maestro nos habló de la ilusión de lo sólido, de lo permanente. La llama de una vela parece la misma, pero en realidad, surge y desaparece en cada instante. El río que cruzamos por la mañana no es el mismo que cruzamos por la tarde.
Todo cambia, todo fluye. Y sin embargo, nos aferramos a la idea de un "yo" inmutable, de un "mío" que perdurará.
Pero la vida es sabia: nos muestra, a través del dolor y la impermanencia, que nada es nuestro. Las canas que teñimos, las arrugas que ocultamos, son recordatorios de que el tiempo no se detiene. Y en lugar de luchar contra él, quizás la respuesta sea observarlo, aceptarlo, fluir con él.
La Belleza en lo Efímero
El Maestro compartió una metáfora poderosa: la belleza es solo una capa fina, un milímetro de piel. Cuando la diseccionamos, encontramos lo mismo en todos: vibraciones, burbujas que surgen y desaparecen. No se trata de despreciar lo bello, sino de verlo tal como es: efímero, cambiante, libre de apegos.
Una mente purificada por esta comprensión no odia, no juzga. Se llena de amor, de compasión, porque entiende que todos somos viajeros en el mismo río, bailando con las mismas olas.
El Regalo de Vipassana
Mañana comenzará el verdadero trabajo: observar el cuerpo, las sensaciones, sin reaccionar. No busquemos trillones de partículas subatómicas desde el primer día. La paciencia es nuestra aliada. Como decía un viejo proverbio: "El bambú no crece en un día, pero cuando lo hace, alcanza el cielo."
Estos diez días son un regalo. Un tiempo para soltar, para observar, para vivir la verdad en carne propia. No es fácil, pero como todas las cosas valiosas, requiere coraje. Coraje para mirar dentro, para disolver las ilusiones, para abrazar la libertad que yace en lo más profundo de nuestro ser.
"La libertad no es un destino, es el camino."
Que así sea.
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